LA MADRE TIERRA Y SU FERTILIDAD
viernes, 6 de abril de 2012
LA IGUALDAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER
¿Existe la igualdad entre hombre y mujer? En realidad, ¿qué es la igualdad?
Conocerse sería lo más inmediato para contestar si existe tal igualdad, y digo conocerse, porque sino sabemos por nosotros mismos donde existen esas barreras, que nos hacen distintos siendo iguales, nunca existirá la igualdad entres los hombres y mujeres, de este maravilloso planeta llamado tierra.
Las limitaciones a las que me estoy dirigiendo, no son físicas, puesto que ellas solo son medidas en el reino animal y no deberían ser medidas entre los humanos. Voy más allá del plano físico, voy al mental, psíquico y sentimental, que nos mantiene en lucha y distanciamiento constante desde hace ya algunos milenios.
En la antigüedad las casas reales casaban a sus hijas, las princesas, con reyes de otros lugares como método de linaje y hasta por pagos de deudas adquiridas por las guerras, etc. Pocos fueron los que lo hicieron por mantener la paz de su reino.
Esto ofrecía ya una limitación a la condición de mujer, y como ser humano. Lo cierto es que nadie nos enseñó, ni nos enseña, a profundizar en nosotros mismos, para elegir desde nuestro sentimiento, las posibilidades que nos ofrece la vida; y al elegir en función de lo que los demás, llamémosle así, han decidido que es mejor para nosotros / as, nos sentimos frustrados /as y ahí empieza la guerra y la separación entre seres de la misma especie.
Entendamos por igualdad, acercamiento y unión, entonces ¿qué es la no-igualdad? Visto así, ¿no será entonces desunión?, ¿qué es la desunión? La falta de comunicación. La falta de comunicación nos inspira hacia la desconfianza y esta a la desunión. Es un círculo vicioso.
Buscar la igualdad entre hombres y mujeres no es desmerecer un sexo para favorecer al otro, sino valorar las cualidades de uno, en función de la unión con el otro para encontrar el equilibrio entre ambos. Y la unión desde las potencialidades de los dos, fomentando el equilibrio en la desigualdad que en realidad no existe, puesto que esta es la falta de compromiso por esa unión entre seres complementarios.
Mis palabras puedan parecer faltas de enfoque, pero no es así. Lo que voy a intentar transmitir durante todo el ensayo es sencillamente que ambos sexos son culpables de la falta de unión, o como trata el tema, que ya he dicho que para mí es lo mismo, falta de igualdad entre ambos.
Sin embargo, necesitamos los unos de los otros, o lo que es igual, complementarnos formando esa unión, bien sea en el ámbito de pareja, como compañeros de trabajo, como amigos, etc.
Como pareja nos sentimos muy unidos, si somos capaces de conseguir que la relación perdure cueste lo que cueste, ósea que nuestras parejas nos ame y nos sintamos correspondidos como sea. De lo contrario nos sentimos frustrados /as y dedicamos nuestro tiempo en celar, acosar, temer, etc., que a amar sin esperar respuesta del otro y buscar unión desde el corazón.
Pero además cuando el otro nos deja, pasamos de ese supuesto amor al odio, y nos sentimos engañados / as al acabar con nuestra unión, sin contar con la traición. Cuando esto ocurre deberíamos plantearnos: ¿Hubo en realidad unión?
Así el sentimiento de abandono, se hace fuerte en nuestra vida, derivando en otros muchos sentimientos frustrantes y negativos hacia el otro sexo, sea masculino o femenino.
Los que no consiguen tener pareja estable y la buscan, su sentimiento de frustración es a veces, hasta casi palpable y además establecen en la mayoría de los casos, un falso vinculo de lealtad hacia si mismos, diciéndose que lo mejor es la soledad porque jamás nadie les podrá “atar”.
Con lo cual, nos encontramos con la falta de comprensión y aceptación de uno mismo y hacia los demás, creando así la rivalidad que conduce a la desunión, acabando así con la unión sincera y holística que debiera ser en cada uno de nosotros.
A todo esto, es imprescindible no olvidar la influencia que hemos recibido a través de la educación desde la niñez y el ambiente en el que hemos ido madurando, mental y sentimentalmente.
Creo que la desigualdad no es solo un mero hecho sociocultural, sino que además influye enormemente el sentimiento de rivalidad que hemos adquirido por otro tipo de factores en nuestras vidas.
Hay culturas en ciertos países que discriminan a la mujer, pero ¿no es más que una discriminación, una vejación e infravaloración como ser humano, al igual que sucede con los niños? ¿No son estos, en verdad, colectivos más débiles, siempre físicamente, por las condiciones medioambientales?
La mujer también sufre la discriminación en países desarrollados, en áreas sobre todo laborales, no discuto esto. Igual que la mujer a sido maltratada y lo sigue siendo en casi todo el mundo, pero también los niños, repito y repito porque dejo constancia de que siempre se abusa de a quien se cree más débil, y esto a sido siempre el abdican de la mujer; con lo cuál, con el paso del tiempo, esto ha ido también plasmándose a todos los sectores de la sociedad.
Pero a las niñas se les sigue dando muñecas para jugar y a los niños balones o pistolas; y esto lo sabemos todos. Aunque lo que acabo de exponer es diferenciación entre los sexos, opino que lo que más influye en la educación de los niños, es como viven la relación de sus propios padres entre ellos. ¿Viven diferencia de seso entre ellos? O ¿Viven igualdad desde un profundo amor y respeto? ¿Qué les transmiten los padres a los hijos? Cuando nace un niño y va tomando la edad de realizar tareas de colaboración en el hogar, ¿es el padre con su ejemplo quien le muestra lo que debe hacer? Y no sólo eso, ¿le muestra al niño el comportamiento de Amor de igual a igual con su madre? Cuando es niña, ¿es la madre quién le educa para las tareas del hogar y el padre en los estudios? O ¿es esto compartido indistintamente?
Nos quejamos y criticamos la desigualdad entre hombre y mujer, pero somos nosotros quienes seguimos educando a nuestros hijos bajo ciertos patrones de distinción, y no solo eso, sino que además alejamos a nuestros hijos de la verdad con nuestro comportamiento falto de unión sincera.
Son nuestros hijos quienes dirigirán el país mañana, por lo tanto mostrémosles el camino a seguir, y con nuestro pequeño granito de arena, iremos formando la gran montaña, que en el mañana podrán utilizar, para que puedan edificar un mundo más comprometido con la verdad, que no es otra que la igualdad entre seres de la misma especie, y que son eternamente complementarios y afines, sin diferenciaciones mentales.
En el trabajo los compañeros se unen por afinidades laborales, no buscan una unión simple y llana como lo que son, “seres capaces de unión”. La mujer se ve relegada aún hoy día, y no en todos los casos, a papeles secundarios dentro de la vida laboral. Pero además existen condicionantes y condiciones a las que no siempre se les aplica la ley justa, y no sólo me refiero a la justicia legislativa.
Existen normas y comportamientos, que condicionan a otros seres de la misma condición por la falta del cumplimiento, de estas normas físicas y morales por parte de algunos, y otros muchos seres de esta misma condición. Existen mujeres que utilizan su condición de mujer y su coquetería, para conseguir puestos relevantes, unas veces y no tan relevantes, o nada otras. Es por ello que en ocasiones, mujeres que si atienden a las normas morales y físicas, se ven en situaciones que otras han creado o alimentado con su ego. Y estas son muchas veces quienes más hablan de la igualdad, pero ¿se han preguntado si sienten la igualdad de ser humano y para con sus propias compañeras y compañeros, en su corazón? ¿Qué ocurre con estos caracteres destructivos y malogrados de nuestra sociedad? No es un ataque a la mujer, yo soy mujer y amo mi condición femenina, pero para amarme a mí misma debo respetar a mí género femenino para no dañar con mi actitud su condición humana que es la mía.
Espero que esta reflexión, sirva a quien este leyendo mi ensayo y sepa transmitirlo desde su corazón.
Nos encontramos con la respuesta de la vida en cada uno de nuestros actos. Las condiciones humanas en cualquier ámbito laboral o social surgen de estos, nuestros actos.
La voluntad de ser mejor nace hoy por hoy desde la rivalidad y no desde la unión. Queremos destacar por nuestros actos y no por nuestros sentimientos. Nos comprometemos con situaciones creando un vinculo opresivo desde nuestro ego, díganme: ¿”Cómo se puede así vivir de igual a igual? El sistema a cambiado en su forma y no en su fondo, fondo que somos nosotros los ciudadanos y ciudadanas de a pie, y es por tanto que no se produce el efecto justo que “quisiéramos” conseguir.
En esta sociedad repleta de ego, desarrolla un solo cometido, la lucha por el poder y el favoritismo a quienes “me apoyan para conseguirlo”. Una vez llegado a él, haré aquello que me permita seguir en él, hablando mucho y actuando lo justo para que parezca que se hace lo que he dicho”.
Manifestamos el reflejo de quienes nos dirigen, y estos son la educación y el orden disciplinario desde que nacen. El reflejo manifiesto lo viven nuestros hijos quienes algún día también tendrán que tomar desiciones en la sociedad, desde su “unidad familiar, hasta la laboral y socialmente política”.
Hagamos lo que hagamos por nosotros, sino lo hacemos en orden de entrega hacia los demás, la dispersión será nuestro manifiesto, aunque nuestras palabras digan lo contrario, y la desigualdad siempre existirá.
Cuando no estamos de acuerdo con algo, queremos que cambie o manifestamos nuestra disconformidad a través del juicio a los demás. Enjuiciamos y a continuación dictamos sentencia y quizás sea algo que sin ser conscientes de ello, lo estemos manifestando nosotros a otros niveles en menor o mayor escala.
Con ello quiero decir que si por ejemplo, en mi vida laboral no me siento a gusto por estar viviendo una situación de desigualdad, tengo que ver también que hago yo conmigo misma en mi vida, y como manifiesto esa disconformidad fuera del ámbito profesional. Lo cuál no hará que la situación cambie de inmediato, pero si ayudaré a otros seres a comprender su actitud a medida que yo mejore mi condición humana. Para que la justicia pueda acabar con cualquier tipo de desorden, tenemos que saber que nunca podrá vencer si queremos justicia sintiendo rabia, y arremetemos con el odio.
La rivalidad se alimenta de estas características reinantes en la sociedad de hoy día, y la rivalidad desune, y la desunión nunca puede llevarnos a la igualdad.
Propongo un consenso moral y ético con nosotros mismos de sinceridad y aplomo, para observar en nosotros la rivalidad, y cuando seamos justos con ella, pidamos justicia desde nuestro sentimiento de amor, sea cual sea este.
Araceli R.Cadavieco
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