LA MADRE TIERRA Y SU FERTILIDAD
martes, 26 de julio de 2011
LA MEDITACIÓN DEL CORAZÓN
Visualizamos un rio de aguas alegres y cristalinas. El movimiento del agua bordear unas piedras en el centro del rio conforma espuma blanca que brilla bajo la luz del sol.
Observamos muy atentamente este rio pues sentimos que hemos de estar observadores. Vemos entonces una flor flotando sobre las aguas conducida con suavidad por la corriente.
La flor se detiene y se aposenta sobre una piedra. Quiere que la miremos. La flor se mece al compás de la brisa, mostrándonos sus pétalos llenos de belleza bajo la luz del sol.
De forma voluntaria, la flor desprende un pétalo. Lo suelta, lo deja volar solo. Observamos cómo este pétalo es conducido por la corriente hacia el mar.
El pétalo cae en el mar inundando todo el mar con su color. Al instante podemos percibir como todo nuestro pecho se llena de este mismo color.
La flor satisfecha se hincha, y graciosa sale de su roca y comienza a bandear la corriente para acercarse hacia nosotros. Tal es su esfuerzo y constancia que llega hasta la orilla donde nos hayamos, pero algo agotada.
Nos acercamos para cogerla entre las manos y la sacamos del agua. La flor espolsa sus pétalos. Y nos mira con cariño. Nos parece tener un bebe entre las manos.
Esta flor es nuestro corazón energético. Él es fuerte, valiente. Necesita que lo amemos profundamente.
Así es que lo llevamos al mar. Visualizamos una preciosa playa; el mar, azul y limpio nos da la bienvenida con una ola.
Nos acercamos a la orilla e introduciendo una de nuestras manos en el mar cogemos un poco de agua de mar, salada y fresca, y la vertemos con todo nuestro amor por encima de nuestra flor.
El agua de mar sana cualquier herida de amor que la flor pueda tener.
La soltamos un poco en el agua para que se dé un baño. Y enseguida la cogemos otra vez.
Bien mojadita, sentimos a la flor radiante y tierna.
Sentimos que ya la flor necesita el abrigo de nuestro pecho. Así es que la abrazamos y sentimos como se sumerge en nuestro interior.
Sentimos una unión íntima y especial. Nuestro corazón energético extiende todo su amor y sentimos cómo nuestra sangre es bombeada ahora con más fuerza, fluidez y vitalidad.
Descansamos sintiendo este gran tesoro en nuestro interior.
Escuchamos ese latido amoroso en el silencio. Un latido que se extiende más allá del tiempo y el espacio para llenarlo todo de Amor.
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