LA MADRE TIERRA Y SU FERTILIDAD
martes, 26 de julio de 2011
El poder del silencio
Aprende a crear silencio en tu mente y florecerá la paz en tu alma, verás la vida con otros ojos, descubrirás el lenguaje de Dios.
Para estar interiormente en silencio, no pienses demasiado, confía en ti mismo, en los demás y en la vida, verás que todo es más fácil de lo que aparenta ser. A menudo, con la buena intención de resolver un problema, acabas convirtiéndote en parte del problema. Para aceptar el problema, es más práctico mantenerte en silencio y tranquilo. No es necesario complicarte investigando las causas, sino usar tu potencial creativo para buscar soluciones. Observa, reflexiona en silencio y toma una decisión.
En el Océano del silencio puedes descubrir tus tesoros eternos de paz, amor y felicidad. Se dice: el descanso es lo mejor. Imagínate un Océano de paz y de silencio y sumérgete en él. Permite que tu mente se relaje y disfrute de unos momentos de tranquilidad.
Libérate de todo lo inútil que mantienes en el interior. Por unos momentos, suelta de tu mente todos los asuntos mundanos y triviales, tareas pendientes, informaciones innecesarias, conversaciones irrelevantes... Enfócate en tu espacio interior y en la sensación de calma y paz que se va generando en la medida que te desprendes de todos esos pensamientos. Disfruta de este estado de libertad de la mente. Ahora estás en un espacio de silencio y quietud interior. Este es el mejor descanso.
Al despertar, el primer pensamiento es la semilla de tu creación para el resto del día. Cuando abras los ojos, siéntate un momento y agradece el regalo de un nuevo día, crea un pensamiento de paz y disfruta de unos momentos de silencio. En el silencio se funden los malos sentimientos y el dolor del pasado. En el silencio puedes escuchar el canto sin sonido de Dios diciendo: “Hijo mío, ven y descansa conmigo, eres un alma de paz”.
Cambiarme a mí mismo
Tómate unos momentos para visualizar una barca, avanzando suavemente a través del agua. Todo está yendo bien, el viaje es placentero.
Ahora imagina que de alguna forma, se produce un agujero en la barca. El agua empieza a entrar. A medida que entra más y más agua, la barca empieza a hundirse, hasta que finalmente se hunde del todo.
Esta es la historia de la “barca” de nuestra vida.
Para muchos de nosotros, el inicio del viaje está lleno de inocencia, amor y confianza. Sin embargo, en algún momento del viaje, empezamos a hundirnos. Nos quedamos abrumados y nos detenemos. ¿Por qué? Las influencias externas nos inundan, llevándose nuestra fe, haciendo difícil defender nuestros valores y principios. Nos hacemos dependientes de los demás y de las circunstancias y, finalmente, mendigos de felicidad y de paz.
La verdadera esperanza de cambiar empieza sólo cuando comprendemos lo que necesitamos hacer, y lo hacemos. Todo lo que aprendemos en nuestro camino espiritual nos lo necesitamos explicar en primer lugar a nosotros mismos.
“Necesito cambiar”. Ésa es la perspectiva correcta, no importa qué clase de situación o persona esté frente a nosotros. Y necesitamos revisarnos en esto: ¿Cuándo planeo cambiar? ¿Hoy? ¿Mañana? ¿El año que viene? Se puede desperdiciar mucho tiempo esperando que otros cambien primero.
Incluso el decir, “Vale… creo que lo he captado. Voy a probar”, es retrasar el proceso de restauración.
¿Cuándo lo probarás?
Hay poder en decir: “¡Sí, lo he comprendido!” y cambiar algo en uno mismo en ese mismo momento.
Piensa: Si no lo hago yo, entonces, ¿quién? Si no es ahora, entonces ¿cuándo?
Soltar
Sentimos tristeza cuando nos agarramos o nos resistimos a las situaciones. Olvidamos que estas situaciones son externas a nosotros. Todo lo que necesitamos es soltar. Cuando lo consigamos, seremos felices, nos sentiremos en paz y volveremos a sonreír. ¡Cuántas veces hemos mirado atrás en relación con un problema ya vivido y ha sido entonces cuando nos hemos preguntado para qué tantas complicaciones!
El arte de vivir de dentro hacia fuera no sólo nos permite soltar cuanto existe fuera de nosotros, sino que nos da la fuerza necesaria para evitar que nos atrape.
Cuando nos soltemos de las cosas externas a nosotros y lleguemos a ser libres, empezaremos a sentirnos en un estado de estabilidad, llenos con una felicidad que independientemente de lo que suceda, ya no la perderemos.
La felicidad tiene los poderes de la paz y del amor fusionados en sí misma. Cuando hay paz y amor, sentimos que somos el rey. Nos respetamos a nosotros mismos y nos sentimos muy fuertes, no como alguien inestable y que fácilmente se entristece.
Necesitamos prestar atención a la calidad de pensamientos que permitimos que vengan a nuestra mente. Los pensamientos deben ser puros, elevados y determinados. Entonces experimentaremos paz en la mente.
Preguntémosle a nuestro corazón: ¿Tengo pensamientos puros y positivos hacia todo el mundo, incluyéndome a mí mismo? ¿Prestamos atención a esto y le damos prioridad en nuestro paso por la vida? Este tipo de sentimientos crean una energía que automáticamente fluye hacia el exterior y nos protege de las influencias negativas.
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